POR EVERARDO GÓMEZ
EL SECTOR AGRÍCOLA EXPERIMENTA CAMBIOS IMPORTANTES, Y LOS DIRECTORES DE LAS EMPRESAS DEDICADAS AL RUBRO, DEBERÁN ESTAR LISTOS PARA ENFRENTAR LOS CAMBIOS.
Hablar de las características que tiene o debe tener un director de cualquier empresa podrían resumirse en capacidad de diálogo, administración, facilidad de respuesta ante contextos adversos, entre muchas otras. Sin embargo, son los sectores los que demandan unas u otras, aunque siempre enfocadas en la mejora continua, en colocar a la empresa en posiciones cada vez más óptimas.
Aunque hay pocos estudios en México sobre las características que permean en el mundo de directivos de la industria agrícola, Manuela Camacho Gómez, en un artículo titulado “Competencias directivas del empresario agroindustrial”, menciona que al comparar trabajos anteriores con el suyo, surgieron tres características básicas del empresario agrícola: liderazgo, trabajo en equipo y comunicación. Sin embargo, incluso los empresarios dedicados a la misma industria pueden necesitar otras competencias dependiendo del tipo de producción que se lleve a cabo.
En el caso de la agroindustria, la clasificación del producto depende de su valor agregado y cada proceso para ello requiere de diferentes maquinarias, directrices, habilidades, competencias y un largo etcétera derivado de las innumerables transformaciones que ha experimentado el sector en los últimos años. Además, los directivos, junto con sus empresas agroindustriales, se enfrentan a problemas climáticos que pueden dejar gran pérdida. Según el INEGI, durante el 2017, 74.7% de las empresas de la agroindustria reportaron un detrimento en
este sentido.
ELEMENTOS CLAVE PARA EL DIRECTOR AGROINDUSTRIAL
En el 2014, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elaboró un marco de referencia sobre las competencias que debe desarrollar cada uno de los colaboradores de cualquier empresa, entre ellos los directivos. Tres años más tarde, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), publicó un texto titulado El futuro de la alimentación y la agricultura.
Tendencias y desafíos, en el que expuso los fenómenos globales que enfrenta y enfrentará la producción de alimentos: el aumento demográfico, la migración de lo rural a lo urbano, el calentamiento global, el crecimiento de las economías y el envejecimiento de la población de muchos países. Estos fenómenos se unen a los desarrollos tecnológicos que permitirán acelerar la producción y al surgimiento de nuevas prácticas empresariales, escenarios para los que cada directivo debe estar preparado.
Según los parámetros marcados en el texto de la OCDE, las competencias necesarias para enfrentar este tipo de situaciones pueden adquirirse durante la formación académica, se activan en el mercado laboral y se usan para mejorar la economía y la sociedad. Sin embargo, en el área de la agroindustria en México, muchos de los directivos son personas que fueron aprendiendo del juego entre el acierto y el error.
Además, los cambios que estamos viviendo exigirán que la profesionalización de los directivos del sector sea ineludible. Existen competencias que muchos de los directivos actuales desarrollaron a lo largo de los años y que, tal como lo menciona la OCDE, deben seguir formando parte de ellos. Entre esas competencias se pueden destacar: la orientación a logros, el liderazgo, el trabajo en equipo, las redes estratégicas y la administración de recursos. Para Camacho Gómez, las áreas de oportunidad son la comunicación escrita, el desarrollo de talentos y el conocimiento organizacional.
Si bien la OCDE engloba estos puntos en tres apartados que son el enfoque a resultados, las relaciones interpersonales y las competencias estratégicas, este último rubro es el más importante dadas las posibles contrariedades ya mencionadas que los directivos se pueden llegar a encontrar en su paso por una empresa.
En un mundo casi totalmente globalizado, que va en aumento de población, si se es director de una empresa dedicada a la agroindustria en un país como México que tiene una de las economías más abiertas del mundo y que además es el tercer exportador agrícola de América Latina, el desarrollo de talentos, la creación de redes estratégicas, la alineación a la organización y el pensamiento elemental para que la dirección de una empresa, ya que ayudará a que se mantenga, crezca y trascienda.
Temas como la sobreexplotación de los suelos o la escasez de agua también deberán ser atendidos dentro de algunos años. No solo será importante seguir directrices planteadas desde antaño, la transformación de las empresas jugará un papel primordial para su continuo desarrollo, ya que enfrentará nuevos escenarios.
A corto plazo, entre México, Estados Unidos y Canadá los acuerdos del TLCAN siguen vigentes. Será imperativo que los directivos de empresas exportadoras se mantengan al tanto de los cambios que traerá consigo la ratificación del T-MEC, para impulsar el superávit mantenido
ya desde hace más de 5 años en el sector.
Por otro lado, el valor agregado a los productos demandará vinculación estratégica. Los productores deberán incrementar el valor de su producto y vincularse con empresas mexicanas o extranjeras que lo permitan. Esos horizontes sólo pueden ser planteados por los directivos. Con el contexto global dado y con el mercado interno asegurado, la visión de los directivos de estas empresas puede también enfocarse en buscar la internalización.
La implementación de mejores prácticas en la agricultura dependerá de la actualización de la formación de los directivos. El uso de bioproductos, de manera que se protejan los cultivos y al mismo tiempo se proteja al medio ambiente; la mejora constante en temas de administración de recursos y planeación de objetivos, así como el desarrollo de competencias estratégicas, serán elementales para que el trabajo de los directivos en este tipo de empresas tenga los resultados esperados.
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