Decir que al menos la mitad de los stakeholders consideran que la auditoría interna aporta «un valor significativo» a la gestión del negocio sería engañarnos; este porcentaje de aceptación es bajo si consideramos el objetivo para el que fue creada esta función.
En más de una ocasión he escuchado tanto a dueños como a colaboradores de empresas, y a los propios auditores, expresar lo que entienden por «auditoría interna»:
Los propietarios imaginan policías, cuyo trabajo es verificar que no haya robos y que todo el personal esté trabajando.
Los auditores se consideran detectives, pues su motivación principal es detectar y reportar fraudes millonarios, pero esta ‘mentalidad’ puede desviar la atención de los riesgos más relevantes del negocio.
Los auditados observan jueces que solo informan los desaciertos y no escuchan razones. Esta percepción dificulta mucho la aportación de valor, pues genera resistencia al otorgar información y colaborar entre ambas partes.
Generalmente, estas percepciones sobre la auditoría interna son ocasionadas por los siguientes factores:
Supeditada al control de la operación, debido a robos o abuso de recursos.
Una concepción inadecuada deI tema en todos los niveles de la organización.
Los auditores no cuentan con la preparación y capacitación adecuada.
La organización no tiene los insumos suficientes para desempeñar la función.
Falta de objetividad e independencia de la función.
Si tu intención es instaurar la auditoría interna en el corto o mediano plazo, es importante definir el objetivo de la función, su alineación a la estrategia, el nivel de reporte, el perfil de los auditores y el esquema de operación.
LA MEJOR PRÁCTICA
De acuerdo con el «Marco Internacional para la Práctica de la Auditoría Interna» del Instituto de Auditores Internos (IIA, por sus siglas en inglés), la misión de la auditoría interna es «mejorar y proteger el valor de las organizaciones, proporcionando aseguramiento, asesoría y análisis con base a riesgos». La auditoría interna «ayuda a una organización a cumplir sus objetivos, aportando un enfoque sistemático y disciplinado para evaluar y mejorar la eficacia de los procesos de gestión de riesgos, control y gobierno».
Si tu equipo de auditoría interna o el Consejo de Administración no contempla estos aspectos, es buen momento para realizar una evaluación de sus procesos y profesionalizar la función, de acuerdo con la mejor práctica internacional y tomando en cuenta:
La evaluación de un consultor externo.
Auditores internos que conozcan y trabajen bajo los lineamientos del IIA.
Instrumentos de evaluación para los auditados para conocer la percepción de la función.
Un sistema de aseguramiento de la calidad de la función de auditoría interna.
OSCAR DANIEL BARBA ORTEGA
Gerente de Consultoría en Global Practice International, S.C
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