top of page

Cuotas Justas

En el 2018 se reformó el Código de Principios y Mejores Prácticas de Gobierno Corporativo, el cual recomienda la participación de las mujeres en los consejos administrativos de las empresas. Y dado que este año se ha denominado <<el de la paridad de género>>, se espera crear conciencia sobre la relevancia de la presencia de las mujeres en los puestos directivos de las empresas.



A nivel mundial se está buscando impulsar políticas dirigidas a promover mayor participación femenina en los asuntos empresariales. En México, ya se logró esta equidad a nivel electoral y ahora los partidos están obligados por ley a destinar el 3% de sus ingresos a la capacitación de mujeres, pero en el tema de la administración de empresas no ha sucedido, dado que muchas organizaciones no le dan la importancia que realmente tiene.


Muchos tabúes respecto a la injerencia de las mujeres en los negocios están basados en falacias, una de ellas es creer que no están formadas para afrontar los retos de la administración.


Cuando hablamos de Consejos de Administración, aparece un elemento constante en la mayoría de las empresas: la exclusión de las mujeres. Uno de los argumentos principales para la justificación de ese escenario es que ellas no tienen el tiempo disponible para dedicarlo a la labor empresarial.


Sin embargo, ser parte de un consejo administrativo en realidad no implica dedicar demasiado tiempo. Otra de las excusas que empresas dan al respecto es que las mujeres no tienen la misma preparación académica ni la experiencia profesional; pero está demostrado

que hay más mujeres que hombres con doctorado y maestría. La matriculación universitaria ya es paritaria. Ahí se desdice la falacia.


Las compañías deben tener confianza en sí mismas y romper el falso paradigma de que el hombre puede dirigirlas mejor. Se tiene que desafiar la idea de que sólo los hombres pueden dirigir las compañías, porque también las mujeres somos capaces de liderar y tomar buenas decisiones. Creer que la mujer no es capaz de enfrentar los retos de la administración de una empresa responde al prejuicio.


El año pasado llegó el Capítulo México de “Mujeres Consejeras”. Solamente pueden ingresar mujeres de compañías que tengan una facturación de 200 millones de dólares; si no lo eres y quieres lograrlo, te recomiendan tomar cursos para prepararte; sin embargo, la existencia de este grupo da pauta, por un lado, al reconocimiento de las mujeres que ya son parte de los consejos administrativos y, por otro, a la visibilidad de su participación para su consecuente aumento. Lo que hizo el Estado mexicano fue reformar la circular única de emisoras para decir que las empresas no están obligadas, pero sí deben decir cuántos hombres y mujeres están en su consejo administrativo. Estas medidas transitorias tienen como objetivo alcanzar la paridad de género. Aspiramos a que en las empresas suceda lo mismo que en el sector público.


Aunque exigir un principio de esta índole no es una práctica ideal, sí es necesaria, y reglamentar este aspecto ayudó, por ejemplo, a abonar una perspectiva de género en las elecciones de 2012, que visto en un inicio como una imposición, suscitó un aumento significativo de la participación de las mujeres en el ámbito político y hoy ya se puede hablar de paridad en el Poder Legislativo.


En las empresas ha sido más difícil porque es cuestión privada y muchos directivos tienen la idea de que el Estado no debe involucrarse en la forma en que las empresas se estructuran. Pero a este le interesa que haya empleo, que las empresas funcionen correctamente, por lo que si se involucra es para hacer cumplir ciertos parámetros que faciliten su desarrollo.


El Estado ha determinado que sí tiene derecho de interferir en las empresas porque producen bienes y servicios que determinan la economía. Debe asegurar que se respeten los derechos humanos, la paridad de género y la estandarización de los salarios. Un ejemplo claro de la importancia de la reglamentación, de lo legal, es la prohibición de fumar en ciertos espacios. Poco a poco nos hemos acostumbrado a respetar aquellos libres de humo de tabaco.


Estamos en el siglo de los derechos humanos. Una tendencia mundial que México ha asumido en planes de desarrollo es que los proyectos que lleva a cabo con empresas privadas son otorgados a aquellas que cumplan con los estándares de responsabilidad social y equidad. No hay una ley que lo imponga, hay leyes públicas que prevén ciertas cosas, pero las empresas se deben dar cuenta de la importancia que tiene el tema para poder desarrollarse, alcanzar niveles más altos resultantes de la convivencia entre hombres y mujeres; aprovechar la riqueza que surge de compartir ideas diversas.


Crear una cultura de paridad de género tardaría mucho tiempo, por lo que los tomadores de decisiones legislativas, es decir el Estado, tienen como obligación fomentarla. Convivir significa vivir en común, respetando yo tus derechos y tú los míos, pero los hombres se han impuesto y han dirigido las compañías por siglos; lo han hecho bien, pero se puede hacer aún mejor. Con la inclusión de la mujer, abonamos a la perspectiva de negocios y a la forma en que se toman las decisiones.


Apuesto a que si el Estado Mexicano impulsa una ley, las empresas van a descubrir los beneficios que se obtienen al incluir a más mujeres. Deben comenzar a invitar a varias mujeres a su consejo, probar. Si esa mujer no te resultó invita a otra. Lo importante es que comencemos a ser incluidas y a partir de ahí se construyan perfiles especializados. Creo que en México vamos por buen camino.

Comentarios


bottom of page