POR ANA CECILIA VALENZUELA
La relación con la ropa es compleja. Su evolución refleja el mindset del ser humano. La influencia que tiene tanto en la vida cotidiana como en el ámbito empresarial es innegable, lo que se usa siempre comunica algo, también habilidades y prácticas.
La vestimenta es elocuente, puede comunicar tradiciones y preferencias pero también sentimientos y pensamientos. Es parte de la comunicación no verbal, por lo que un atuendo adecuado habla de seguridad, lo que capta la atención.
«Tenemos un gran poder dentro de nosotros y con ello debemos crear un mejor mundo interior que nos haga sentirnos mejor, que ayude a aceptarnos y querernos para después irradiarlo. La autoridad que la ropa ejerce sobre los demás nada tiene que ver con el lujo, sino con trabajarte, mirarte y quererte», comentó Lucy Lara, autora de los libros El Poder de la Ropa (Oceano) y Estilo y Poder (Aguilar).
COMO TE VEN...
Las expresiones «vestirte bien te da poder» y «cuando te ves bien, te sientes bien», pueden parecer trilladas, sin embargo, hay evidencias científicas que las respaldan. Existe una correlación entre la forma de vestir y la capacidad de pensar de manera estratégica. La Universidad de Negocios de Columbia realizó en 2016 un estudio múltiple, codirigido por el
profesor Michael L. Slepian, para evaluar el impacto que tiene la vestimenta formal en los procesos cognitivos.
En el estudio se realizaron reuniones de negocio en las que algunos participantes vistieron casual y otros formal. Como resultado, los atuendos formales impactaron positivamente en la confianza personal y en el nivel de pensamiento abstracto. Por lo que se concluyó que la vestimenta realmente ayuda a sentirse poderoso y profesional.
Por supuesto, la ropa no es un indicador de inteligencia pero actúa como refuerzo de confianza y moral tanto en la vida cotidiana como en el mundo corporativo. Lo que se elige para vestir afecta el comportamiento y el estado de ánimo debido al significado simbólico que la sociedad le ha atribuido.
LA IMPORTANCIA DEL COLOR
Aunque aún sigue muy presente el juego binario de: azul para los niños, rosa para las niñas, la sociedad comienza a liberarse de estos anacronismos y tanto hombres como mujeres utilizan cualquier color para expresar su personalidad.
La manera en que un color es percibido es un rasgo único e individual que cada persona percibe de manera distinta y que cambia constantemente por una infinidad de variables ––como la edad o la cultura en que se desenvuelve––. Los colores afectan inconscientemente
el estado de ánimo de una persona, por lo que elegir los correctos ayudará a mejorarlo
e irradiarlo.
Por ejemplo, de manera general el negro comunica poderío, el gris practicidad, el amarillo felicidad y el rojo intensidad, el secreto está en una combinación adecuada.
IDENTIDAD CORPORATIVA
En los negocios la ropa se vuelve símbolo de poder. Vestir de manera formal empodera el discurso y las acciones mientras reconfigura la percepción de los demás.
Un estudio de The Wall Street Journal, realizado en 2006, mostró que en ámbitos competitivos
llevar un atuendo formal comunica éxito, confianza y dominio sobre lo que se hace. Existen ciertos códigos de vestimenta con los que se empodera la imagen de la empresa, pero
también la personalidad de los empleados, de acuerdo a su puesto.
Lo anterior se relaciona con el concepto de power dressing, desarrollado por la industria
de la moda para reafirmar que vestir de manera inteligente contribuye e impulsa en el ámbito laboral pues el atuendo puede funcionar como una «armadura » de empoderamiento individual.
La semiótica, encargada del estudio de los signos, indica que todo comunica, incluida la ropa.
«La manera en la que produces tu vestimenta está reflejando quién eres, además de condicionarte a comportarte en cierta forma. Al vestirte debes preguntarte: ¿todos los elementos de mi apariencia física son coherentes? ¿Están enviando el mismo mensaje? ¿Ese mensaje es el que quiero transmitir? Si las respuestas son positivas ¡póntelo! », indicó Álvaro Gordoa, asesor de imagen y autor de libros como La Biblia Godínez e Imagen cool.
EL ESTILO AHORA
El trabajo ha cambiado. Ahora se puede trabajar desde casa o en espacios compartidos, donde los códigos de vestimenta no se aplican. Incluso en los entornos corporativos hay formas de expresar la individualidad de estilo, lo que ha llevado a la resignificación del power dressing. Antes, todo parecía más simple para quien trabajaba en oficina: trajes formales para hombres y faldas por debajo de la rodilla para mujeres. Ahora estos entornos son una mezcla entre mezclilla, zapatillas y zapatos deportivos con los, cada vez mas raros, trajes tradicionales. De acuerdo con un informe de la firma de personal, OfficeTeam, el 86% de los profesionales y el 80% de los gerentes dijo que la elección de la ropa afecta las posibilidades de ascenso. Además, 44% de los líderes de empresa ha tenido que hablar con algún empleado sobre alguna corrección respecto a su elección al vestir. Lo anterior otorga a los códigos de vestimenta un poder que, combinado con el power dressing, puede salvarnos de momentos embarazosos en juntas o cualquier evento laboral. «El código de vestimenta se ajustará a tu tipo de profesión.
Cada profesionista debe comunicar con coherencia lo que hace, y el código de vestimenta es una herramienta muy poderosa para enviar estímulos visuales a clientes, proveedores,
o compañeros de trabajo», dijo Rosella Ciscomani, fundadora de Posiciónate Imagen Pública.
Algunos de los códigos más conocidos por su casi probada infalibilidad son: • El business formal, que marca para los hombres el uso de un traje formal con corbata, chaqueta deportiva de lujo con corbata, siempre con camisa de negocios. Zapatos de cuero y accesorios del mismo material, como maletines y carteras. Para las mujeres, trajes de falda o pantalón con blusas formales, medias, zapatos cerrados de tacón y joyería sutil.
• El business professional consiste en chaqueta deportiva con corbata, camisa de botones, pantalón de vestir y zapatos de cuero para los hombres. Y para las mujeres, chaqueta o suéter, pantalón o falda, blusa, camisa o cuello de tortuga, zapatos de vestir y joyería sutil.
• Mientras que el business casual recomienda para hombres: pantalones caqui, camisas o polos con cuello, suéter, chaleco y, ocasionalmente, una chaqueta y corbata informal, con zapatos y accesorios de cuero. Para las ejecutivas, pantalón o falda, blusa, suéter, chaleco y una chaqueta informal, con zapatos a juego con el atuendo, sin que estos sean muy llamativos.
• En el casual los hombres pueden usar jeans, camisas con o sin cuello, suéter, chaleco, sudadera y zapatos casuales, incluidos los tenis deportivos. Y para las mujeres se recomiendan pantalones casuales, falda o jeans, con blusa, top, suéter o sudadera.
Se permiten zapatos casuales incluidas las sandalias y los tenis deportivos.
Hay empresas o profesiones que demandan el uso de un uniforme y, aunque en ocasiones puede parecer una imposición, lo cierto es que facilita las mañanas antes de salir a trabajar, además de dar una imagen homologada y de mayor seriedad a la empresa.
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