Una de las responsabilidades como líder no es velar por el interés de vender, sino por el trabajo que se realiza en equipo y el resultado del producto.
La escuela no es mi fuerte, no me apasionaba cuando estudiaba en la UIC, tampoco cuando fui a Harvard. Lo último que hice fue estudiar dos diplomados en Boston y finalmente entendí que esos modelos de enseñanza no eran mi vehículo para crecer, me ayudaron, sí, pero no hicieron el gran cambio en cómo soy como líder.
Por ello decidí enfocarme en mis fortalezas, más allá de las áreas de oportunidad. El potencial que tienes y el que ves en alguien, y la sinergia con los valores de una compañía, no te asegura un título, solo que pasaste determinado tiempo en un lugar, desarrollando habilidades técnicas, sin dejar claro aquellas relacionadas con la inteligencia emocional; si lo que se busca es un modelo de éxito para la vida laboral, la clave está en la personalización.
Educar de acuerdo a las fortalezas y áreas de oportunidad de cada individuo sí te prepara para diferenciarte en cualquier ámbito, fuera de lo establecido por instituciones e industria. Por ello, hablar de éxito, en este contexto, resulta ambiguo, pues se liga a una percepción social, no a nuestras metas, mismas que evolucionan durante diferentes etapas de la vida. No se trata de un patrón lineal ejemplificado por los CEOs y sus corner offices. Esto no significa que el desarrollo académico de alguien carezca de valor y mérito, pero el reclutamiento tiene que realizarse desde distintas direcciones para dimensionar el origen y destino de esas ideas aportadas por un futuro elemento.
Es preferible tener claras las actitudes e intenciones de quienes pretenden colaborar junto a ti. Como líder no es necesario ser experto en todas las áreas, pero se necesita saber conectar con los diferentes elementos que existen en una compañía. Todo mundo habla de querer crecer dentro de una empresa, pero el verdadero crecimiento se refleja en el profesionalismo, a pesar de permanecer en un mismo puesto durante un tiempo.
Ante ello es necesario abrirse para escuchar y entender qué cosas son las que podemos cambiar, no sólo criticar o matar todo lo que se venía haciendo con el fin de hacerse notar. Retar el éxito se da por naturaleza, no hay recetas, únicamente arriesgarse. Dejar atrás esa mentalidad de «lo hacemos así porque así se viene haciendo».
Abrirse a la comunicación con aquellas personas quienes han tomado el otro camino para consolidarse como startups.
Busca que tu visión del mundo se encuentre alineada con tu firma y recuerda:
1. Reta al status quo y apuesta por la mejora continua.
2. Sé congruente de palabras con tus acciones.
3. Busca aprender algo nuevo cada día de aquellos que te rodean.
4. No asumas saberlo todo.
CARLOS NAVA LEBRIJA
Director general de Cervecería Minerva.
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