El ámbito financiero, al igual que el resto, se ha ido adaptando a la tecnología actual. La transformación es un requisito en la realidad que vivimos. Es complejo el funcionamiento en la nube, pero es necesario para mantenerse al día.
Cada miembro del mercado financiero ha ido adaptándose a su ritmo a esta realidad, pues han notado que es una necesidad. La competitividad ha ido acelerando este proceso al entrar al juego nuevas piezas como las fintech que representan un rival fuerte para el grupo bancario.
Esta modalidad, junto con el impacto que ha tenido la pandemia en acelerar la importancia de la tecnología en cualquier tipo de interacción, han ido de la mano para proporcionar más facilidades al consumidor, así como mayor accesibilidad.
Esto vuelve una necesidad el dejar atrás el formato de negocio de siempre y apostar por una transición hacia un ecosistema tecnológico en la nube para no quedarse atrás.
Así como este sistema le ofrece mayor facilidad a los consumidores, implica a su vez mayores exigencias para las empresas. “Hablamos, en la mayoría de las ocasiones, de infraestructuras tecnológicas antiguas y sistemas obsoletos, que suponen un auténtico lastre a la hora de emprender el llamado journey to cloud y que ralentizan esta imprescindible transición, ya de por sí costosa y disruptiva. Ese traslado a la nube se suele entender como una migración de tecnologías de la información. Sin embargo, bastantes veces va mucho más allá”, explica José Manuel Pérez Bajo, socio de Banca en NTT DATA Europe & LATAM.
Se han ofrecido soluciones para simplificar dicho proceso. Entre las que se encuentra Platea, plataforma de banca digital nativa en la nube construida sobre una arquitectura modulable; Dedalow for Open Banking, para facilitar la creación de software; eVA, una solución de inteligencia artificial conversacional o Kliquin, que facilita el despliegue en la nube y la automatización de plataformas de trading como Murex.
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