POR FABIOLA CASTRO, Directora general en Pastelería OK
En medio de un mundo que ha sido históricamente dirigido por el género masculino, las mujeres siguen cambiando la historia, con una lucha incesante desde diferentes rubros. Si hiciéramos un pequeño resumen cronológico bastaría con darnos cuenta de la genialidad de Marie Curie (1867–1934), quien fue pionera en el campo de la radioactividad y 2 veces premio nobel de física y química; en el medio aeronáutica Amelia Earhart (1898–1937), la primera mujer en realizar un vuelo trasatlántico; qué decir del mundo de las artes con personajes como Frida Kahlo (1907–1954) con su arte surrealista, o la escritora Simone de Beauvoir (1908–1986) con un gran talento literario y marcado absolutamente por una visión
feminista.
¿QUÉ TIENEN EN COMÚN ESTAS MUJERES?
Que en un mundo donde evidentemente no tenían acceso a las mismas condiciones que
los hombres, decidieron que era momento de reinventarse, de imaginar una realidad diferente donde tuvieran las mismas oportunidades de soñar, de crear, de dirigir, pero sobre todo de vivir y sentir, soltar ataduras y permitirse ser, así como aportar al mundo lo que sus corazones gritaban y era necesario compartir.
Si bien, el camino abierto y andado por estas grandes mujeres ha disminuido la brecha de igualdad entre géneros, el camino aún es largo y quedan temas por redefinir, reorganizar y replantear para la mejora, no solamente del género propio, sino para el rediseño de la humanidad.
Con la perfecta, empática y sensata aportación de hombres y mujeres desde sus mejores virtudes y acompañados en el camino como seres humanos se puede dejar un mundo mejor a las generaciones venideras. Los datos son contundentes, y de acuerdo con información del INEGI, muestran una baja participación en el mercado laboral con un 46.2% de mujeres trabajando, contra un 76.5% de hombres.
Las mujeres que se encuentran en el ambiente ejecutivo, de acuerdo con un estudio del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE) se evidencia la brecha salarial y el poco acceso que tienen aún a puestos directivos, con un 4% de participación en las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores; y con un sueldo 15% menor respecto de un directivo nada más por ser del género femenino.
¿QUÉ HEMOS HECHO DIFERENTE?
Las mujeres usamos la comunicación como herramienta para expresar nuestras emociones y sentimientos; tenemos la empatía casi como una virtud incluida en nuestro paquete de nacimiento y es por eso que en cuestiones de liderazgo podemos conectar de manera más profunda con las personas, explorar y reconocer talentos que nos pueden ayudar a potenciar nuestros negocios y nutrir a los equipos de trabajo a nivel tanto personal como profesional.
Somos asertivas, comunicativas, con inteligencia emocional, responsables, organizadas, con
un sentido común muy peculiar que, a la hora de resolver problemas complejos, en vez de ir a la racionalidad preferimos usar estrategias de comunicación.
De acuerdo con los números del FMI, tener una mujer más en la alta gerencia o en algún puesto directivo eleva entre 8 y 13 puntos el rendimiento de los activos (Lagarde, Ch.,2019).
Si nos ubicamos en las antiguas teorías de liderazgo y cómo deberían de ser las empresas manejadas bajo números fríos, rigidez y jefes autócratas, tendríamos un choque entre lo que
nuestras virtudes podrían representar para la empresa, ya que un estilo de comunicación, empatía y liderazgo transformacional «pondrían en peligro» los números del negocio.
Pero no podemos olvidar que lo único permanente en la vida es el cambio, todos evolucionamos y las empresas están conformadas hasta el día de hoy por seres humanos, que sienten, que tienen anhelos, que quieren dejar una huella en este mundo y desean trascender.
Luego entonces, el liderazgo femenino empata perfecto con esos seres humanos, y con comunicación asertiva e inteligencia emocional podría dirigir perfectamente a cientos de personas o a un grupo pequeño, pero sostenidos principalmente por esas ganas de trascender.
La ruta hacia a la igualdad de género aún se está trazando, pero cada día somos más las mujeres que decimos: ¿Por qué no? A crear empresas, a ser ejecutivas, a mover al mundo con lo que somos, con un corazón lleno de ilusiones y acompañadas de herramientas propias de nuestro género que nos reiteran que sí es posible lograr lo que queremos, y que sí es posible un mundo en donde hombres y mujeres con sus mejores talentos hagan espacios sanos, alegres, de confianza para volver a nosotros mismos.
Y también las supervisoras promueven y permiten el acoso sexual a sus trabajadoras por parte de los clientes, es un punto que no se dice o que se toma todo personal, como si la estuvieran atacando, no es una persona profesional, es muy infantil