La motivación para alcanzar metas viene de un deseo interior, el cual está condicionado a la libertad de pensamiento, de acción y de ambición. Esta libertad implica que lo que se hace es voluntario y existe conciencia de su impacto.
En ese sentido, no está mal luchar y tomar riesgos, pero hay que pensar en lo que se quiere realmente lograr con lo que hacemos, visualizarlo y asumir la responsabilidad que conlleva, reflexionar si lo que hoy queremos seguirá siendo lo mismo que busquemos mañana. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que para el 2025 una de las principales causas de muerte serán enfermedades relacionadas con la depresión.
La depresión y la ansiedad son tan comunes que obligan a preguntarnos qué sucede en el interior de las personas. Muchas veces no vemos oportunidades porque nos encontramos en malas condiciones de salud psicológica, lo que genera una derrota sin siquiera haber comenzado el camino, bajamos los brazos, nos justificamos y posponemos todo.
Y aunque sirve la motivación externa, no genera un cambio si internamente no se está motivado. Hacer las cosas con paciencia, aprender a distinguir los momentos adecuados, es algo que hoy en día es muy difícil. Esto se debe a que hemos estado acostumbrados a que todo sea a nuestro modo.
Desde lo más sencillo. El café, por ejemplo, tiene que ser como yo quiera. Con determinado tipo de leche y determinado endulzante, todo lo queremos a nuestra medida. Tampoco creo que tengamos que sufrir, pero la adaptabilidad es importante.
Poder discernir entre esperar o saltar en el momento que cada uno lo desee. Posponer la recompensa por una recompensa mayor, distinguir entre cuándo me conviene esperar, cuándo actuar, cuándo observar. Se tiene prisa por el éxito.
La inmediatez y búsqueda de que todo se adapte a nosotros nos quita la adaptabilidad y la capacidad de juicio de cuándo tienen que ser las cosas, porque todo se me da según lo pida, y la vida no es así. Yo creo que a veces no ayuda estar esperando a que las condiciones sean favorables.
No digo que no se hagan proyecciones o que no se aprovechen las oportunidades, pues siempre hay riesgos, pero es importante saber manejar la prisa y usarla a nuestro favor. Pasos para usar la prisa a tu favor:
1. Si sientes que te estás estancando, hay que manifestar el sentido de urgencia.
2. Evita el miedo que te hace encontrar excusas.
3. Busca indicadores de progreso y fija recordatorios.
4. Cuando uno quiere avanza. Y si no, debes preguntarte qué quieres ahora.
5. Visualízate haciendo lo que dices que quieres hacer.
6. Entiende que no sé puede decir que sí a todo.
MARIO GUERRA
Psicoterapeuta con orientación en terapia breve estratégica. Life & Business Coach e hipnoterapeuta Ericksoniano.
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