POR ROSY MERCADO / INTERNACIONALISTA
México es una nación poco habituada a competir, pero muy familiarizada con la derrota. En 1931, el laudo arbitral del Rey Víctor Manuel III de Italia, a favor de la República Francesa, marcó el último fracaso mexicano en disputas por territorios.
Desde entonces, la Isla de Clipperton, ubicada 1,250 kilómetros al suroeste de Acapulco, ondea una sola bandera tricolor: la perteneciente a la tierra de la libertad, igualdad y fraternidad.
Veintidós años después de que Porfirio Díaz solicitara al Rey de Italia ser árbitro en la disputa entre México y Francia por la soberanía de la Isla de Clipperton, llegó la noticia de que el laudo arbitral1 no le favorecía, y como en repetidas ocasiones en el pasado, tenía que asumirse perdedor.
¿Cuáles son las bondades de Clipperton que llevaron a los gobiernos de Francia, Reino Unido, México y Estados Unidos a reclamar derechos sobre esta pequeña isla en el Océano Pacífico de apenas 6 km² de superficie?
A simple vista se trata de un atolón2 remoto, carente de grandes recursos capaces de despertar el apetito colonial de potencias internacionales; sin embargo, para México representa un permanente recordatorio en el mapa del último cercenamiento territorial de su historia.
¿QUÉ REVISTE EL DESEO POR CLIPPERTON?
Para tener más elementos de análisis del caso de Clipperton, es importante hacer una breve aproximación a sus características vigentes. Según Vivianne Solís —Doctora en Oceanografía Biológica y líder de la expedición científica de la Universidad Nacional Autónoma de México a la isla— el atolón se encuentra rodeado de dos cinturones de corales que vuelven el abordaje muy peligroso, por lo que se tiene que llegar en embarcaciones muy bajas y en marea alta.
Una vez en tierra, los elementos característicos de la isla podrían simplificarse a: una extraordinaria cantidad de cangrejos, arena, una importante colonia de pájaros bobos y una laguna de agua ácida estancada hace más de un siglo. De acuerdo a la experiencia de la Dra. Solís, con todo y que en tierra hay muy pocas especies dominantes, Clipperton es un laboratorio a cielo abierto en tierra y un lugar lleno de oportunidades en aguas profundas.
La isla destaca también por su gran valor científico-ecológico y su potencial económico, desde el punto de vista pesquero, al tratarse de una zona rica en atún tropical; también cuenta con gran potencial minero submarino, al ser un depósito importante de nódulos polimetálicos (sedimentos autigénicos formados por capas concéntricas de hidróxidos de hierro y manganeso), de gran valor para la industria electrónica actual.
Debido a la profundidad en que se encuentran dichos nódulos, actualmente no son fuente de explotación, pero representan un recurso latente de riqueza. Aunque podrían enumerarse estos elementos para fundamentar el interés de cuatro naciones en poseer Clipperton, la realidad es que muchas de estas características permanecían ocultas hasta la segunda mitad del siglo 20, razón por la cual, la inclinación de los gobiernos antes mencionados en obtener la soberanía podrían explicarse en dos principales ramos: geopolítica y la explotación económica derivada del aprovechamiento de los depósitos de guano fosfático.
En cuanto al primero, Miguel González Avelar, en su libro Clipperton, isla mexicana (1992), menciona que el interés de Francia por la Isla podría haberse alimentado con la pretensión gala de abrir una ruta marítima en el istmo centroamericano, en la que Clipperton sería un punto estratégico y determinante cuando quedara concluido el Canal de Panamá.
En tanto que el guano —excremento parcialmente descompuesto, de origen animal, principalmente de pájaros, murciélagos y focas que es utilizado de forma pura o en mezcla con otras materias primas como fertilizante agrícola— fue un recurso de notable valor a finales del siglo XIX y motivó la presencia de expediciones en el atolón.
LA SOBERANÍA DE LA ISLA EN JUEGO
En agosto de 1897 el Herald de Nueva York publica una nota que destaca la llegada del vapor «Navarra», procedente de la Isla de Clipperton, advirtiendo de la posibilidad de pronto ver izada la bandera del Reino Unido en la isla, a pesar de la supuesta soberanía de México sobre ella. En respuesta, en diciembre de ese mismo año, el Gobierno de México ordena una expedición comandada por un buque de guerra a fin de comprobar el estatus de la isla.
Al llegar, los tenientes mexicanos encontraron que Clipperton se encontraba ocupada por tres empleados de la compañía estadounidense «Oceanic Phosphate Company», que estaban allí para explotar el guano y lo hacían periódicamente. Tan solo en esa expedición, los reportes mexicanos señalan que se encontraron aproximadamente 12 mil toneladas de guano almacenadas y listas para embarcar.
De igual manera, en el informe del comandante del buque de guerra, se reporta que, a su llegada, los mexicanos encontraron izada la bandera de los Estados Unidos, se puso de manifiesto la soberanía de México sobre la isla y se invitó a arriar su pabellón nacional3, lo que hicieron sin resistencia alguna.
Hacia 1898 llega a la Legación4 de México en Londres Lord Stanmore, Presidente la compañía «The Pacific lsland Company » argumentando que en octubre de 1897 su empresa, celebró un contrato con «Oceanic Phosphate Company», por medio del cual, adquirió los derechos de la Isla, sin embargo, al enterarse de la disputa por la soberanía del lugar, ofreció a México pagarle 75 centavos por cada tonelada de guano que se exportara, para obtener la concesión de la exportación.
El Gobierno de México aceptó el trato con la condición existente de que, en caso de se decidiera que Clipperton no pertenecía a México, regresarían el dinero que la compañía inglesa hubiera depositado hasta ese momento.
Por su parte, el gobierno estadounidense negaría haber otorgado concesión alguna a «The Pacific lsland Company» y declararía no tener intención de reclamar la soberanía de Clipperton. Así, Estados Unidos y Reino Unido se deslindaban de la labor de justificar la posesión histórica de la Isla, quedando México y Francia como responsables de evidenciar a qué nación podía atribuirse el descubrimiento del atolón.
PUGNA POR DEMOSTRAR EL ORIGEN DE SU DESCUBRIMIENTO
En 1898, Francia asegura poseer los derechos de la isla, argumentando que el 17 de noviembre de 1858 el Lugarteniente de Navío Víctor Le Coat de Kerveguen, Comisario del Gobierno Francés, fue enviado a la isla, levantando un acta a bordo del navío mercante L’Amiral, declarando que tomaba posesión de la Isla. Posteriormente, el documento es presentado ante el consulado francés de Honolulu.
Por su parte, México argumenta que la Isla Clipperton –llamada así porque se presume que el marino y pirata inglés John Clipperton solía refugiarse en ella a principios del siglo XVIII-, no es otra que la Isla de la Pasión, descubierta por Álvaro de Saavedra en el siglo XVI. Por tanto, al obtener México el reconocimiento de su independencia por parte de España en 1836, formaban parte de la nueva nación todos los territorios e islas que comprendía en su jurisdicción la Nueva España, donde estaba incluida Clipperton.
Al no poder llegar a un acuerdo, en 1906 el Gobierno de Francia propone resolver el tema a través del arbitraje, proposición a la que México accedió y resultaría vencido años después. La pérdida de la Isla representa una importante lección acerca de la defensa de los territorios insulares mexicanos.
Pese a que el Gobierno de México envió en 1906 un destacamento de aproximadamente 11 hombres y sus familias para poblar la Isla y hacer valer la soberanía mexicana, más tarde, el estallido de la Revolución borraría a Clipperton de la lista de prioridades, escribiendo así un lastimoso desenlace para el destacamento.
Quizá sería ineficaz imputar totalmente por el arrebato de Clipperton al juicio arbitral y su laudo 22 años después; tal vez el fallo habría sido distinto con un contexto internacional menos complejo; probablemente el gobierno mexicano debió solicitar la resolución en un periodo más corto de tiempo…ahora, la cartografía es cómplice y será testigo de la pequeña
isla que fue mexicana y ahora florece al ritmo de La Marsellesa.
1 El laudo es la resolución dictada en el procedimiento arbitral, con eficacia equiparable a las sentencias judiciales, que dirime el conflicto surgido entre las partes por efecto del compromiso por el que estas acordaron atribuir la resolución de sus controversias a dicho procedimiento.
2 Isla coralina en forma de anillo en cuyo centro se forma una laguna con salida al mar.
3 Denominación que recibe la bandera que indica nacionalidad en los buques.
4 Una legación era una oficina de representación diplomática de rango inferior a una embajada.
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