Un desarrollo sostenible para el futuro
A raíz de revertir la crisis medioambiental y hacer más eficientes los costos de producción, la mayoría de las principales economías mundiales emprendieron programas de gasto y apoyo para sentar las bases hacia una recuperación sostenida, e implementaron medidas y
acuerdos internacionales respecto al cambio climático.
En 1989, surgió una nueva visión global denominada «Economía Verde o Sustentable» que reúne los principios fundamentales del crecimiento económico bajo en carbono, compromiso con el desarrollo social incluyente y, por ende, la conservación del medio ambiente.
Programa que responde a un mayor bienestar social con nuevas infraestructuras de movilidad, producción industrial, manejo de residuos sólidos y el desarrollo de ciudades inteligentes.
Este desarrollo es conocido como «Crecimiento Verde», el cual puede generar nuevas fuentes de acrecentamiento, según establece la Organización para la Coope ración y el Desarrollo Económicos (OCDE), a través de productividad, innovación, nuevos mercados, confianza y estabilidad.
Todo ello se convierte en una oportunidad para que países en vía de desarrollo puedan hacer uso de sus recursos, como es el caso de Latinoamérica. Aunque para dar paso a la transformación de energías, como la eólica, solar y biomasa, es necesaria la complicidad de diferentes estructuras gubernamentales, sociales e institucionales, a nivel local como internacional, así como de infraestructura.
Estas pueden ser físicas y organizativas, públicas o privadas. Para esto se requieren políticas que establezcan una infraestructura adecuada para el futuro, así como programas de inversión para las mismas, que pueden elevar el crecimiento económico y generar beneficios sociales, especialmente para las economías en desarrollo.
LÓGICA NO LINEAL
A este concepto le adhiere la «Economía Circular », que consiste en el flujo cíclico de materiales, recursos y energías renovables. Se resume como un paradigma con el objetivo
de generar prosperidad económica, proteger el medio ambiente y prevenir la contaminación, facilitando así el desarrollo sostenible.
Los campos de acciones marcadas para este modelo son extraer, transformar, distribuir, usar y recuperar materias primas. Su desempeño, según se establece, también puede verse bajo una perspectiva de tres niveles. En el nivel micro, las empresas se centran en mejorar sus procesos y prácticas; el segundo, denominado meso, propicia una interacción en red para intercambiar, compartir recursos y revalorizar residuos. El último de ellos, el macro, propicia
iniciativas desarrolladas en ámbitos regionales o nacionales.
DE CARA AL FUTURO
¿Es posible disfrutar tanto del crecimiento económico como de la sostenibilidad ambiental? Esta pregunta es una cuestión de feroz debate político entre el crecimiento verde y los defensores del post-crecimiento. Durante la última década, el crecimiento verde dominó claramente la formulación de normas con agendas políticas en las Naciones Unidas, la Unión Europea y en numerosos países basándose en la suposición de que el desacoplamiento de las presiones ambientales del Producto Interno Bruto (PIB) podría permitir el crecimiento económico futuro sin fin.
Para los países en desarrollo, la economía verde debe contribuir al desarrollo sostenible en lugar de reemplazarlo; los países no pueden ser tratados de la misma manera a través de un enfoque de «talla única», el riesgo de «proteccionismo verde».
En México existen varias marcas, altamente reconocidas, que han decidido hacer un cambio
en sus formatos de producción a favor de la ecología. Algunas otras, como Tierra de Monte o Imaatech, surgieron propiamente como empresas verdes.
Dentro de estas también se incluye Inventive Power, fundada en 2010, quienes desarrollan tecnología solar para generar energía térmica destinada a industrias y comercios, con temperaturas entre los 60° y 200°C, tal como explica su director general, Ángel Mejía Santiago.
«La energía térmica es algo que utilizamos muy constantemente, está presente en toda nuestra vida y productos fabricados, utilizada en agua, vapor o calentamiento del aire…
Nos enfocamos mucho en la industria agroalimentaria, normalmente fábricas fuera de la ciudad que no tienen acceso a redes de gas natural.» Mejía apunta que las industrias cuentan con dos clases de energía: eléctrica y calorífica.
El cuidado de la primera corresponde a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y sus matrices energéticas, mientras la segunda es responsabilidad de las mismas fábricas y de lo que queman en sus calderas; altas cantidades de combustiones fósiles. «Se desatan muchas emisiones de CO2 a la atmósfera. Nosotros diseñamos esta tecnología para generar agua, vapor o aire caliente con ayuda del sol, dando beneficio a empresas con el poder de otorgar una fuente renovable, teniendo un mucho menor costo.»
Actualmente, Inventive Power cuenta con más de 80 proyectos instalados en diferentes marcas como Bimbo, Nestlé, Sello Rojo, José Cuervo, entre otras. Así como en el sector turístico donde se encuentran Holiday Inn y City Express. Uno de los grandes compromisos, expresa su director, es demostrar que se puede generar tecnología 100% mexicana, capaz de competir con cualquiera del mundo en el sector de energía renovable.
«Herramientas que puedan tener nuestros prospectos y clientes para combatir el tema del cambio climático, el reto principal que tenemos para este siglo. Normalmente tenemos mucha tecnología de fuera y eso no nos ayuda en el tema de la sustentabilidad, porque tampoco están ayudando a generar empleos o beneficios sociales, no solo ambientales.»
Ante ello, Ángel Mejía advierte que este tema presenta una gran oportunidad de gestionar desarrollo en México.
«Se han contraído un poco las inversiones por la incertidumbre que existe en el país, pero que creo que es una oportunidad para seguir innovando y viendo cómo, con las condiciones actuales de legislación o reglamentarias, existen bastantes modelos de nego-cio que podemos aprovechar para generar nuevas empresas.»
Agrega que la energía térmica es un nicho de mercado totalmente virgen, el cual requiere modernización y actualización para llegar a las metas planeadas para combatir el cambio climático. «Necesitamos entre todos poner nuestro granito de arena. Las energías renovables, como la tecnología, tiene un retorno de inversión menor a tres años con equipo que tiene hasta 20 años de vida. Son inversiones que cualquier empresa puede hacer, totalmente viables financieramente, a corto y mediano plazo.»
Puntualiza que este tipo de cambios ya no se asocian a un tema de lujos o romanticismo ecológico, sino que, por cuestiones económicas, son la mejor opción. La validez del discurso del crecimiento verde se basa en el supuesto de un desacoplamiento absoluto, permanente, global, grande y suficientemente rápido del crecimiento económico de todas las presiones ambientales críticas. La innovación social, cultural y tecnológica debe estar más estrechamente entrelazada. Las tecnologías, y especialmente su impacto social y ecológico, deben estar sujetas a un amplio debate y control democrático.
Una ecologización de la economía a través de la conservación de los recursos, la transición a las energías renovables, una mejor tecnología e incentivos económicos efectivos como los impuestos es sin duda una parte de la solución.
Al final del día, existen algunos motivos para la preocupación de los países en desarrollo sobre las implicaciones de la economía verde para el comercio, la inversión y las condiciones de competencia. Pero, puesto en la perspectiva de todo el esfuerzo de la economía verde, las pocas medidas que son problemáticas parecen ser la excepción más que la regla. Existe una clara necesidad de profundizar en ese tipo de medidas que pueden necesitar atención especial de la comunidad internacional si se busca obtener el mayor potencial del impulso internacional por la Economía Verde.
Comments