Aunque es bien sabido que agrega valor y cada vez más se ve como un tema de cumplimiento mínimo y no como un plus, la responsabilidad social corporativa aún tiene bastante trecho por avanzar en varias regiones de Latinoamérica y el Caribe, en las que hay un abierto rechazo a tener elementos de autorregulación, como códigos de ética y gobernanza.
Iñaki Albisu, Coordinador Regional para América Latina y el Caribe de la Convención Contra la Corrupción de la Organización de las Naciones Unidas (UNCAC, por sus siglas en inglés), comentó para Mejores Prácticas que la publicación y difusión de códigos para normar el actuar de grupos multinacionales y empresas locales, ha llevado a dos posturas claramente definidas:
Los negocios medianos, empresas y grupos locales —regionales o nacionales— que se niegan a la implementación de estos elementos de autorregulación y, por otro lado, los negocios, empresas y grupos que se adecúan a estas peticiones que, en el largo plazo, les permitirán no solo incrementar su valor comercial sino optar por un proceso de internacionalización un tanto más simplificado, si es que está entre sus objetivos.
"En América Latina esto fue creando una especie de antiimperialismo del sector privado: empresas chicas o de recursos limitados, o consorcios chicos que les empezaban a exigir lo mismo en cuanto a gobierno corporativo que a las multinacionales, empiezan esta pelea para ganar los corazones de los ciudadanos latinoamericanos. En eso nos encontramos", dijo Albisu, “empresas que se resisten a aplicar cualquier medida anticorrupción o cualquier tipo de transparencia corporativa. Y existen también empresas que están empezando a implementar algunas medidas no solo para poder poder trabajar y lucrar donde están operando sino también con fines verdaderamente positivos”, esto último en cuanto a la visión y percepción de sus grupos de interés, como colaboradores internos, proveedores y consumidores.
El representante de la UNCAC añadió que, aún en la actualidad, en la región latinoamericana se percibe mucho a la empresa únicamente como víctima de la corrupción Estatal y no como posible copartícipe de actos poco éticos.
"Tratar de encontrar un punto medio entre esas dos posiciones es difícil porque se empieza a tomar como un tema partidario o ideológico. Se debe encarar la corrupción desde todos los frentes: dentro y fuera de la empresa, para que la ciudadanía esté al tanto de lo que hace el gobierno para regular y la empresa para autorregularse”.
“Sigue existiendo la creencia de que la empresa solo tiene que pensar en la ganancia”, lamentó Albisu. “En la UNCAC no solo lo vemos desde lo utilitario: ‘Si implementas estas medidas es más rentable tu empresa’, sino que lo vemos como un tema de derecho humano. La ética, implementada dentro de la empresa, sirve justamente para garantizar los derechos humanos de los consumidores y de los ciudadanos de los lugares y países en los que operan las empresas tanto cuando son locales como cuando son extranjeras”.
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