POR ÁNGELA FLORES Y ROSY MERCADO
A MÁS DE 50 AÑOS DE SU CREACIÓN, la Política Agrícola Común de la Unión Europea aún se enfrenta a grandes retos. La sustentabilidad, la seguridad alimentaria y el desarrollo de los pequeños productores se encuentran en la agenda parlamentaria y hoy son alta prioridad para una comunidad política en constante actualización.
El grado de integración política que se observa ahora en la Unión Europea (UE) es posible, debido en gran medida, a los intereses compartidos de los Estados fundadores —Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Italia y Luxemburgo— posterior a la Segunda Guerra Mundial.
La devastación que éste acontecimiento dejó fue especialmente palpable en el campo europeo, con importantes crisis económicas y desabasto de alimentos, la creación de una política agrícola colectiva fue una iniciativa que pretendió la salvaguarda de la rentabilidad del sector en los Estados miembros.
Creada en 1962, se trata de una de las políticas que han sufrido más actualizaciones y modificaciones en la UE. Su propósito original fue sustituir las políticas agrícolas de los Estados miembros de la comunidad a partir de la firma del Tratado de Roma de 1957. Dichas políticas, que eran firmemente intervenidas a nivel gubernamental, serían sustituidas por un programa de subsidios agrícolas con cinco objetivos primordiales:
1. Incrementar la productividad a través del progreso técnico y el uso optimizado de los factores de producción de determinados bienes de consumo agrícolas.
2. Asegurar la calidad de vida para la comunidad agricultora de la Unión Europea.
3. Estabilizar los mercados.
4. Asegurar el abastecimiento de productos agrícolas.
5. Proporcionar al consumidor alimentos a precios razonables.
Con la reconfiguración del escenario político en Europa, la Política Agrícola Común (PAC) se volvió una pieza clave para sustentar la integración y un destacado aliciente para las naciones que veían a la Unión como alternativa macroeconómica para la supresión de aranceles, la apertura al comercio exterior y la obtención de importantes apoyos monetarios para sectores estratégicos en la economía de los Estados que la componen. Así, la PAC se convirtió en un pilar insustituible del sistema de la UE, que busca estabilizar los mercados y alcanzar objetivos financieros y sociales en los países que se sujetaron a ella.
Pese a esto, en la actualidad, la PAC no ha estado exenta de constantes tensiones y debates que enfrenta la UE; al ser una de las bases estructurales de la comunidad política, ha sido blanco de innumerables análisis enfocados a su trascendencia y posibles reformas.
» PAC: DECISIONES Y NUEVOS RETOS
Desde su creación, la PAC ha experimentado cinco reformas sustanciales, entre las que destacan: la revisión intermedia en 2003, el «chequeo» en 2009 y la de 2013 para el período de financiación 2014-2020. Al representar el 37.6% del presupuesto de la Unión —58 mil 100 millones de euros—, las observaciones que se han hecho a la legislación en materia no son menores.
Actualmente, el 92.8% del presupuesto es asignado para ayudas directas a los agricultores, y con las extinción de las subvenciones a las exportaciones, la revisión de las nuevas prioridades ha sido una constante en el seno de la Unión.
El siglo XXI trajo consigo nuevos retos para los agricultores, los mercados, las instituciones y organismos de la UE, evidenciando tópicos que en el pasado se pensaba subyacían a la práctica agrícola, tales como: el desarrollo sostenible, el cambio climático, la calidad del suelo, el agua y la diversificación de la economía rural.
En ese sentido, Dusan Chrenek, Jefe de Unidad de la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, señaló que la PAC está en constante actualización.
<<En general la Política Agrícola funciona bien, pero siempre hay que modernizar, renovar y tratar temas que son urgentes, por ejemplo en torno al medio ambiente y el cambio climático vemos que hay que hacer más; queremos de verdad profundizar nuestras políticas y dar más apoyo a esas cuestiones.>>
La reforma de 2013, realizada por primera vez en co-legislación del Consejo con el Parlamento, contempla dos aspectos relevantes dado el contexto del campo europeo actual: la ecologización o greening, y el apoyo a los jóvenes agricultores.
El primero se refiere a una ganancia económica que obtienen los agricultores que realicen prácticas sostenibles en sus tierras, vigilando el cuidado de los recursos naturales como parte de sus labores cotidianas. Los beneficiarios tienen que hacer uso de varias prácticas directas a favor del medio ambiente y el clima.
En tanto, el apoyo a los agricultores jóvenes, obedece a la necesidad de hacer frente a una población agrícola envejecida, otorgando subvenciones para nuevas empresas y otro tipo de apoyo financiero y práctico, como capacitaciones a las nuevas generaciones interesadas en el sector.
Al respecto, Mario Pomares Caballero, miembro del Comité Ejecutivo de ORIGIN (Organization for an International Geographical Indications Network), destaca la importancia del apoyo a nuevos productores agrícolas. <<La Política Agrícola Común es muy importante para la UE, se ha avanzado mucho pero hay muchas cosas por hacer todavía. Para que los jóvenes se dediquen a esa materia, tiene que ser rentable, y un reto importante es el que puedan tener más poder de mercado los pequeños agricultores, porque al final lo que vemos es que las grandes rentas las están obteniendo las cadenas de supermercados, beneficiándose en ocasiones a costa de los pequeños agricultores, que obtienen ganancias que muchas veces no les dan ni para subsistir.>>
Al ser la UE tan diversa como su campo, el sector agrícola requiere especial atención en mantener dinámicas funcionales para todos los Estados. El reto ahora consiste en adecuar la Política a las necesidades actuales de los agricultores, respetando los acuerdos generados en materia ambiental y los beneficios reales para los más vulnerables, tal como puntualizó Dusan Chrenek.
<<Hay que mejorar, nunca se puede parar porque hay nuevos retos, el medio ambiente y los jóvenes, pero también recurrir a tecnologías digitales, menos fertilización y agricultura ecológica. Hay cosas que mejorar y satisfacer las necesidades del consumidor, la gente también cambia, pide nuevos productos. Es un proceso de evolución.>>
» MÉXICO: REFORMAS PARA EL CRECIMIENTO
En febrero de 2019, el Gobierno Mexicano anunció el lanzamiento del Programa Producción para el Bienestar. De manera concisa, esta iniciativa ofrece subsidios en forma de apoyos anticipados a las labores de siembra y cultivo de maíz, frijol, trigo, arroz y sorgo, a los que se unió la caña en abril del mismo año. Así mismo, proporciona canastas básicas e insumos a los productores, créditos ganaderos, asistencia técnico-tecnológica y apoyo en organización
de productores y sus tierras.
Las condiciones para proporcionar este apoyo gubernamental consisten en la siembra efectiva y el uso de mejores prácticas agroecológicas por parte de los productores, quienes de esta manera fortalecerían la sustentabilidad del campo mexicano y alcanzarían la autosuficiencia alimentaria, un reto complejo y prioritario para las autoridades gubernamentales del país, que en la actualidad importa un gran porcentaje de los alimentos que consume, así como la maquinaria, equipos, complementos y combustibles necesarios para su propia producción.
En comparación con la Política Agrícola Común de la UE, el nuevo programa gubernamental ha limitado su capacidad de subsidio a los granos básicos. Productos cárnicos y otros vegetales importantes como el jitomate, la cebolla o la papa aún no han sido incluidos en las etapas preliminares del programa.
Mientras tanto, la PAC ha logrado abarcar un gran porcentaje de producción agroindustrial incluso en alimentos procesados, como queso, vinos, mieles y aceites comestibles.
Al igual que la PAC, el Programa Producción para el Bienestar implementará precios de garantía sobre los granos básicos y la leche, que beneficiarán a 2.8 millones de pequeños y medianos productores de granos de todo el país, que trabajan más de 10 millones de hectáreas de cultivos.
Además, esta iniciativa tendrá un especial impacto en la zona sur-sureste, que sufre mayores niveles de pobreza entre sus productores y agricultores en comparación con el resto de las regiones.
En la actualidad, la PAC ha sido cuestionada por el ejercicio del 70% de su presupuesto en pagos desiguales por hectárea sin requisitos específicos, con los que grandes productores obtienen altas ganancias.
Con miras a 2021, año en que se debatirá el próximo periodo presupuestario para la UE, organizaciones civiles han señalado la urgencia de replantear la centralización presupuestaria en el apoyo a pequeños productores, una tendencia que ha sido adoptada de manera amplia en otros lugares del mundo, así como en México, donde ahora es prioridad oficial fortalecerlos, especialmente a la población indígena, que conforma una parte importante de los agricultores en el país.
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