Derivado del impacto pandémico, las empresas se encuentran en peligrosos retos ante el futuro y claramente las empresas familiares (aquellas empresas donde el integrante de una familia específica toma las decisiones en cuanto a los elementos de propiedad, estructura de gobierno, administración y una sucesión transgeneracional a otro integrante de la familia), tienen un entorno más difícil y representan una parte muy importante del tejido empresarial en México y en el mundo.
De acuerdo a la Universidad de las Américas Puebla (ULAP) en su trabajo de investigación «Radiografía de la empresa Familiar en México», este tipo de empresas en el mundo representan. En México el porcentaje también es cercano al 90% y en todas partes del mundo, la relevancia económica de estas es de suma importancia para el crecimiento y desarrollo de la economía en general.
Para que las empresas familiares puedan subsistir, requerirán de diversos elementos que les permitan competir en un mercado ampliamente dinámico y retador, mucho más ante los tiempos actuales donde puede ocurrir algo que traiga repercusiones en la empresa; reflexionemos entonces acerca del Financiamiento Corporativo.
¿Cuándo es un buen momento para pedir un financiamiento? Para responder a esta pregunta se requiere de un análisis a conciencia, debido a que el financiamiento, partiendo del momento adecuado, será el factor que impulse los objetivos estratégicos que se haya planteado la empresa y con ello conseguirá su consecuente crecimiento y desarrollo en un amplio sentido social.
Algunas ideas de cómo abordar el tema. Lo primero que se debe visualizar
es que un financiamiento no es para pagar deudas, sino para contratar insumos
o actividades orientadas a una mayor eficiencia que produzca la reducción de los
costos y gastos operativos de la misma.
Un financiamiento no se solicita cuando es urgente el recurso, sino que se planea con el objetivo de poder analizar las diferentes alternativas y de ellas elegir la mejor, donde no necesariamente será la tasa de interés, ya que un financiamiento, además de incluir el pago de intereses por el uso del mismo, solicita una cantidad de requisitos para su otorgamiento y, para llevar a cabo dicho análisis, se requiere de tiempo para su evaluación.
En el tema de la evaluación, es relevante destacar que la ardua tarea del tomador de decisiones no necesariamente está en la elección de la fuente de financiamiento que vaya a utilizar, sino más bien en la actividad de inversión que será subsanada con el financiamiento o el capital necesario para poderlo llevar a cabo y de esta manera se garantizará el valor que agrega a la compañía.
Con base en la ENAFIN 2018 (Encuesta nacional de financiamiento, por el INEGI y la CNBV), el 21.7% de las empresas acceden al financiamiento en nuestro país, por lo cual tenemos un porcentaje de 78.3% de empresas en el país que no utilizan el financiamiento por diversas causas, sin embargo, probablemente afrontando sus necesidades con sus utilidades y en términos de costos, es mucho más oneroso que solicitar un financiamiento, ya sea bancario o bursátil, cumpliendo los requisitos establecidos para ambos casos de manera general.
Sería importante recordar que quienes no utilizan financiamiento crecen a ritmos más lentos, o a veces ni siquiera crecen, y dejan pasar oportunidades, no permite la estabilización de su flujo de efectivo, ya que las empresas reciben recursos cuando tienen faltantes y se regresan con un costo (tasa de interés) cuando cumplen su ciclo financiero.
El financiamiento es una herramienta de negociación de una empresa con sus clientes y proveedores, financiar su ampliación y/o modernización (activos fijos), no podría ser posible con recursos propios, por el costo que representa, ya que tendría que acumular efectivo por mucho tiempo, por ello es importante saber que, con el adecuado financiamiento y la correcta orientación, las empresas pueden ser más grandes, consolidadas y productivas.
No solo las empresas familiares requieren conocer que en el proceso de intermediación existen dos pilares fundamentales: por un lado, el crédito bancario y por el otro, los mercados de capital y deuda, que integran el Mercado de valores.
GERARDO APARICIO YACOTU
Director de la Escuela Bolsa Mexicana
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