MARÍA GUADALUPE CRUZ GUERRERO
Las mujeres somos el elemento principal en el andamiaje para la edificación de valores en la
familia, la empresa y la sociedad, siendo protagonistas y responsables de transformar realidades.
Es necesario que las mujeres busquemos un desarrollo integral, ya que somos gestoras de cambios sustanciales en nosotras mismas, en nuestra familia, en las empresas y en la sociedad. Nuestras capacidades espirituales y físicas nos permiten generar espacios en los que podemos compartir y transmitir valores fundamentales en nuestro entorno.
Existen grupos de apoyo como ANSPAC, que generan vínculos entre mujeres a través de espacios en el que nos reencontrarnos y descubrimos nuestra fuerza interior, dándole sentido
a nuestras vidas. Gracias a este grupo descubrí que persona-familia-empresa son un trinomio para la vivencia de los valores.
En ese mismo sentido, las empresas deben comprometerse a contribuir en la prosperidad económica de la sociedad y la mejor manera de lograr la sustentabilidad será gracias al desempeño ético; es imperativo que tengan conceptos claros que les permitan identificar y determinar los valores que deben vivir los colaboradores hacia todos los niveles de la estructura organizacional.
Las buenas prácticas deben ser plasmadas en un código de ética y políticas corporativas que formen parte activa de su filosofía. Estamos convencidos que los valores que se viven en las empresas inevitablemente permean en los hogares de cada uno de los colaboradores; de ahí nuestra responsabilidad de generar compromiso de ejercer la ética evitando problemas como la corrupción.
Existen herramientas y asesoría profesional para prevenir conductas no éticas que afecten en forma negativa el desarrollo de las organizaciones. En México el tema del acoso sexual es un problema latente que afecta a las mujeres en sus lugares de trabajo y en muchos de los casos no son atendidos correctamente. Tan sólo en el 2018, LIDE dio seguimiento a más de 230 denuncias, de las cuales cerca del 80% fueron de algún tipo de acoso, 60% del acoso fue hacia las mujeres. Esto no sucedería en empresas donde la ética y la vivencia de los valores sean una práctica cotidiana.
Como mujeres, desde la posición en la que nos encontremos debemos seguir trabajando para hacer que la equidad de género se vuelva una política corporativa dentro las organizaciones.
Como sociedad, debemos promover los valores que ayuden a la prevención de la violación de los derechos de las mujeres y que además abonen a la inclusión, que impulsen a denunciar en caso de ser necesario. Reproducir valores de los que nos sintamos orgullosos como sociedad, como empresas y como individuos.
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